A todos nos ha pasado. Terminamos de utilizar la sartén y todavía caliente (muy caliente) la dejamos bajo el chorro de agua... ¿Te has fijado qué ocurre si el chorro de agua no es grande?... Las gotas de agua parecen cobrar vida y se desplazan como locas sobre la superficie de la sartén. A pesar de estar muy caliente la sartén, muy por encima de 100 grados centígrados, las gotas de agua no se vaporizan de forma inmediata. Esto es el efecto Leidenfrost.
Este efecto recibe su nombre del físico alemán Johann Gottlob Leidenfrost (1715-1794) que lo describió por primera vez en 1756.
Cuando sobre una placa metálica que se encuentra a alta temperatura se coloca una gota de un líquido volátil (agua o alcohol, por ejemplo), la gota no se vaporiza instantáneamente sino que se mueve de forma desordenada sobre la superficie hasta que finalmente desaparece (transcurridos varios minutos). Pero tarda en hacerlo más tiempo que si la temperatura fuera notablemente inferior. Esto es debido a que a temperaturas por encima de un determinado valor (punto Leidenfrost), la parte inferior de la gota se vaporiza inmediatamente en contacto con la placa caliente. El gas resultante eleva el resto de la gota de agua justo encima de él, impidiendo cualquier contacto directo entre el líquido y la placa caliente. Como, en general, la fase vapor tiene una conductividad térmica mucho menor que la fase líquida, la transferencia de calor entre la placa caliente y la gota se ralentiza considerablemente. Como consecuencia, la vaporización se produce mucho más lentamente. El movimiento caótico que podemos observar se debe también a esa fase de vapor que permite a la gota líquida deslizarse con muy poco rozamiento sobre ella.
En el siguiente vídeo podemos observar este efecto. La placa utilizada es de acero y tiene la forma curva para que la gota de líquido permanezca lo más estable posible en el fondo. Fíjate en los saltos finales que dan las pequeñas gotas...
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