Según la IUPAC (International Union of Pure and Applied Chemistry) su nombre es Tungsteno y su símbolo químico es W. ¿Por qué, W?... ¿Por qué no, T o Tu?... W hace referencia a Wolframio. La polémica está servida para este elemento con dos nombres...
A lo largo de estas líneas, siempre nos referiremos a este elemento como Tungsteno (como nos dice la IUPAC) pero dejando claro que nos gusta más el nombre de Wolframio por una simple cuestión sonora (nada de motivación patriotera, por favor...).

La IUPAC denomina a este elemento con el símbolo W y el nombre Tungsten desde 2005. El nombre alternativo Wolfram fue adoptado por la IUPAC en 1949 y suprimido en 2005. ¿Por qué este cambio?... Esa es la cuestión que no queda clara. Parece más un tema político que científico ya que siempre es el descubridor el que se encarga de asignar nombre al elemento descubierto.
El Tungsteno tiene un conjunto de características muy importantes desde el punto de vista industrial: su punto de fusión es el más elevado de todos los metales conocidos (3.400ºC), es el segundo material más duro presente en la naturaleza (después del diamante), posee una alta densidad, gran estabilidad térmica y química y es un excelente conductor. Todo ello ha hecho que sus aplicaciones sean muy amplias y de importancia estratégica. Por ejemplo, el alma de nuestros bolígrafos, esa bolita que gira y gira al escribir, está fabricada de tungsteno. Puede llegar a dar 2800 vueltas por minuto mientras escribimos, de ahí la necesidad de un material con las características del tungsteno.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en España se libró una gran batalla económica, política y diplomática en torno al tungsteno. De un lado, la Alemania nazi trataba de asegurar el suministro de este material, con el que reforzaba sus proyectiles antitanque. De otro, los aliados intentaban impedirlo por todos los medios a su alcance. La fiebre del tungsteno pasó, pero una de aquellas explotaciones aguantó abierta hasta principios de los años ochenta. Esta historia que duró casi 80 años, ahora vuelve a empezar. El tungsteno vuelve a ser estratégico, al menos aquí en Europa. La Comisión Europea ha incluido este metal en el listado de materias primas críticas, es decir, aquellas con una alta importancia económica para la Unión Europea y, a la vez, alto riesgo de falta de suministro. El tungsteno se utiliza hoy en día en la construcción de teléfonos móviles, placas de circuitos, instrumental odontológico, fuentes de luz, maquinaria pesada, plantas de producción de energía, coches, aviones y trenes… de ahí la importancia en su suministro y reservas.

Información:
www.iupac.org
www.elmundo.es
www.el pais.com
www.cambio16.com
Imágenes:
www.afiecyl.es
www.fnmt.es
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